Zulema dijo que el Turco tenía dos
bolas chinas en el escritorio y Emilce, que era nuevo, pero parecía un tipo
piola, le dijo que las bolas chinas eran las que se metían en el culo.
Zulema contestó pensando que, capaz, por eso el olor a
mierda que había en la oficina del Turco.
Quedó ahí.
Emilce la agarró en el comedor y le dijo que no sintió el
olor a mierda, pero que los elefantes que estaban dibujados en las bolas de
procedencia y destino incierto le parecían, probablemente, indios —de
la India— y que las bolas indias no tenían nada que ver
con las chinas.
- Igual capaz se las mete en el culo o las sostiene con los
cachetes, cerca del agujerito, para evitar un cáncer de próstata o algo por el
estilo.
- Pero yo no siento olor, Zulema…
- Buscá bolas hindúes en la computadora y seguro aparecen en
el culo de alguien.
- Hindú es una religión, Zulema.
- Y Emilce es un nombre de mina, Emilce.
- No seas bruta ni pacata, Zulema; los nombres son del que
los tiene, sea tipo o mina. Vamos a buscar café que me quedo dormido.
Quedó ahí.
Zulema le dijo que la habían llamado para una entrevista de
laburo y le prometió que, si la tomaban, le iba a preguntar al Turco por las
bolas.
Parece que al Turco le encantaba fumar en el baño y Emilce
se lo contó a Zulema sin saber por qué.
- Avisame cuando veas que esté cagando. Ahí seguro tenemos
tiempo para ver si se lleva las bolas al baño, Emilce ¡No seas forro y no te
olvides, eh!
Emilce llamó un domingo desde el Barrio Chino, Zulema no
contestó y Emilce dejó un mensaje en el contestador:
- Zulema, boluda, dale, atendé.
Emilce volvió a llamar, Zulema volvió a no contestar y
Emilce volvió a dejar un mensaje en el contestador:
- Zulema, que estoy en Barrio Chino y venden unas bolas
iguales a las del Turco. ¡Zulema, carajo! Que estas también tienen olor a
mierda y que capaz tenés razón y sirven para algo del culo.
Quedó ahí.
Emilce le dijo que no se animó a comprarlas porque estaba
con una chica y Zulema lo miró raro.
- ¿Qué pasa, Zulema?
- No sabía que eras torta…
- Sos forra, Zulema; forra y fascista…
- Te estaba jodiendo, Emilce; no seas boludo. Además hay
algo más importante: como me dieron el laburo…
- ¡Te felicito, Zulema, carajo!
- ¡No, boludo! Lo importante es que como me dieron el laburo
me animé a robarle las bolas al Turco.
Caminaron hasta el depósito, abrieron la cajita y olfatearon
como perritos: que es caca, que no, que es encierro, que son suavecitas, que
parecen de porcelana.
- Zulema ¿Pasará algo si nos las pasamos por el culo? Para
probar, digo.
- ¡Cómo te gusta, Emilce, eh!
- No seas boluda…
- Lo que te voy a extrañar, Emi.
- ¡Y yo a vos! Me voy a aburrir un montón.
Devolvieron la cajita con una sola bola —idea
de Zulema— cosa de tener algo de qué charlar cuando estuvieran lejos.